Miércoles 22 de agosto
Comenzamos a notar que esto se acaba y hacemos fuerzas para vivir todos los detalles con mucha intensidad. Empiezan los últimos días, las últimas veces que hacemos algo. Hemos estado preparando las fiestas de despedida. Invitaciones, bailes, canciones, carteles y decoración. Todo para un día especial. Mañana jueves hemos invitado a los padres para que acompañen a sus hijos en el centro nutricional y en el campo de refugiados y hagan de público, el mejor público que podían tener.
No nos hemos dado cuenta, pero desde que pensamos por primera vez en esta locura llevamos viviendo muchos de estos “últimos”. La última vez que sentimos los nervios de viajar a un sitio donde no sabíamos qué nos íbamos a encontrar. El último día que tuvimos miedo de cruzar la frontera. La última vez que descubrimos la nueva casa de las hermanas. El último momento en que nos sentimos desbordados por no poder comunicarnos bien con los niños. La última vez que no pudimos saber qué es lo que le dolía a un paciente en el dispensario.
Creo que los momentos solo ocurren una vez, aunque los repitas. Lo que estamos sintiendo ahora no volverá a suceder de la misma manera. Aquí y ahora, están sucediendo cosas que nunca van a repetirse. Incluso puede que muchos de esos momentos caigan en el olvido. Todos tendemos a ponernos tristes por esto, pero creo que deberíamos sentir una alegría inmensa. Somos buscadores de momentos que transforman nuestras vidas. Todos los momentos terminan, pero dejan una huella que hace que busquemos momentos similares en otros contextos. Estamos viviendo muchas “últimas veces” aquí en Anse-à-pitre pero que seguro hacen que encontremos muchos momentos especiales en nuestras casas.
Últimos momentos con los últimos, los más necesitados, los olvidados, los hambrientos, los tristes, los sucios, los de la calle, los enfermos, los niños, los ancianos, los que necesitamos de cariño y caricias. Estoy convencido que vamos a ver muchos de estos últimos en nuestra vida cotidiana. No hablarán Kreol ni correrán descalzos por las piedras pero seguro tendrán las mismas necesidades.
Es un privilegio tener un superpoder, poder ver aquello que otros no ven, poder transmitir aquello que otros no son capaces, sacar una sonrisa a aquellos que otros no son capaces. Somos personas privilegiadas pero no por tener más, sino por vivir con menos.
