La vuelta.

Llevo un par de semanas en España y a ratos aún tengo la cabeza en Haití.
Allí los días se pasaban volando y no nos daba tiempo a asimilar lo que estábamos viviendo ni a digerir las emociones que sentíamos.
Ahora aquí al contarle a la gente la experiencia, al ver las fotos y al tener más tiempo para recordar caras, historias, risas, lugares… salen esas emociones a flote.
En el curso de voluntariado hablamos también de la vuelta. Esa vuelta que cuesta al comparar los dos ritmos de vida, esa vuelta que cuesta al escuchar comentarios de la gente, esa vuelta que cuesta al ver la comida que se tira en el comedor de mi cole, esa vuelta que cuesta al volver con unas gafas que miran el mundo de otra manera.
Con todas esas vivencias, emociones y experiencias de vida, tenemos el empuje necesario para seguir trabajando desde aquí.
Hay que contar lo que le pasa a nuestros hermanos que están en esa isla, viviendo grandes injusticias. Hay que denunciar lo visto allí, pues en este caso somos su voz al otro lado de la frontera.
La semana que viene tenemos reunión de Karit en la delegación de Elda y allí transmitiremos con pasión lo vivido en este campo de trabajo en Haití y contagiaremos de alegría y entusiasmo a nuestros compañeros para que entre todos empecemos a elaborar el calendario de actividades para seguir haciendo con Poco Mucho.

Antes de terminar este post me gustaría dar las gracias en primer lugar a Karit Solidarios por la Paz por facilitar este campo de trabajo y por el gran trabajo que hace, dar las gracias a las hermanas por abrir las puertas de sus casas y de sus corazones, gracias a todos vosotros y vosotras por habernos seguido en el blog y un gracias mayúsculo a cada uno de esos voluntarios y voluntarias que emprendieron este viaje a mi lado. Sois unos valientes.

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Si la educación es de calidad, la sombra de cualquier árbol es la mejor escuela.

“Si la educación es de calidad, la sombra de cualquier árbol es la mejor escuela” esta frase me la dijo la hermana Niurka una mañana de camino a Pakadoc.

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Para nosotros/as ese techo de chapa, esas paredes de telas y ese suelo de tierra fue nuestra mejor escuela durante nuestro campo de trabajo en Haití.
De los dos campamentos educativos que realizamos, uno de ellos fue en Pakadoc.
Pakadoc es un campamento de refugiados informal que se instaló a las afueras de Ansa à Pitre a raíz de la expulsión masiva de haitianos que vivían en la República Dominicana.
En el año 2015 el gobierno de República Dominicana público una ley de regularización de inmigrantes (ley 169-14) donde miles de haitianos fueron forzados a abandonar el país ya que no tenían papeles que demostraban que estaban trabajando allí, ni que sus hijos habían nacido en ese país.
A esto tenemos que añadir la gran oleada de racismo que se vivía en el país utilizando la violencia para que los haitianos se marcharan.
Miguel que vive en Pakadoc desde 2016 nos contaba que tuvieron que huir porque amenazaron a su familia con quemar la casa donde vivían en República Dominicana y vieron cómo pegaban a sus vecinos. Allí dejó a su pareja y a su hijo al que no puede ver porque sería inmigrante ilegal si cruzara la frontera de nuevo.
Eduard que tiene unos 25 años nos contó que él nació en República Dominicana y su hermanos pequeños también. Pero que su padre no supo dónde hacer los papeles para pedir la nacionalidad. Aunque eso también era un arma de doble filo ya que la Constitución haitiana no permite la doble nacionalidad.
Cuando volvieron a Haití no hablaban muy bien creole y mucho menos francés y tampoco consideraban suya la tierra donde tuvieron que instalarse. Ellos también cruzaron la frontera de manera forzosa, ilegales, por la montaña y con el miedo metido en el cuerpo al ver cómo les amenazaban y pegaban en el país vecino.
En el año 2015 llegaron unas 3000 familias que se hacinaron en aquel lugar llamado Pakadoc (cuya traducción al castellano es “parque regalo”). Al poco de instalarse allí hubo un brote grande de cólera y fue en ese momento donde la ayuda internacional intervino y empezó a mandar comida y a realojar a las personas en casas a lo largo de todo el país.
La gente local con la que hablamos decía que solo se dio dinero para cubrir los gastos de 6 meses y “que el tanto de la reubicación se lo sumó el presidente de Haití en año electoral”. Pero cuando se acabó el dinero y la gente no encontraba otra salida laboral, volvieron a cruzar la frontera.
Actualmente viven unas 40 familias en condiciones de pobreza extrema. No hay agua, ni luz, ni ningún tipo de servicio cercano. Tan solo una pequeña iglesia evangelista que actualmente se utiliza también de escuela.
Desde hace un año las hermanas hacen la comida para 82 niños y niñas que asisten a esa escuela porque el nivel de malnutrición era muy elevado.
La escuela se mantiene económicamente gracias a un doctor español y al padre Julián que envían dinero desde España.
En ese espacio tan reducido se dividen en tres grupos y se dan diferentes niveles a la vez. No es una escuela formal donde puedan titular, pero al menos los niños y niñas están a la sombra, recogidos en un lugar y hacen algo que no sea ver la vida pasar y tirar piedras.
Después de estar un mes allí todos los días las hermanas han valorado mejorar el estado educativo de esos pequeños. Seguro que el próximo año veremos cambios.
En definitiva Pakadoc es un lugar desolador, donde para delimitar las casas y las calles hay alambrada, el suelo es seco, polvo en el ambiente, niños y niñas corriendo sin ropa, los animales paseándose a sus anchas, los burros cargados de carbón y madera que traen desde la montaña, gente con rostros de cansancio y tristeza y las casas hechas de plásticos, ramas de palmeras, ropa vieja y telas.
Pero a pesar de ese paisaje desolador, las pequeñas sonrisas que a veces esbozaban los niños y niñas iluminaban de esperanza aquella tierra marrón.

 

 

Derechos humanos.

Llevamos dos semanas en Haití y no paramos de hacernos preguntas por todo, cada vez que miramos a nuestro alrededor. 

Aquí no hay trabajo, las casas son de telas,esteras y madera, realmente no sabemos lo que come la gente, ni cuando come, no hay huertos, no se planta.. Las tierras nos están trabajadas hay grandes campos de plásticos y basura. 

Cuando les preguntas a alguien  como estas te responden «pas pi mal»,  algo así como regular. No hemos encontrado a nadie que nos diga bien. 

La gente mira la vida pasar y hemos vivido de cerca que el hambre mata.  

¿Realmente la Declaración de los derechos humanos es válida para todos los países?  

Han pasado 70 años desde aquellos famoso 30 artículos y aquí en Anse-a-Pitre podríamos decir que no se cumple casi ninguno.  

Para argumentar esto he seleccionado algunos artículos aunque podría describirlos todos.  

Articulo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.  

Aquí la gente no es libre,  viven entre dos fronteras, el mar y una cadena que les separa de República Dominicana y ese hecho hace que no puedan vivir con dignidad,  ya que las medidas abusivas fronterizas no permiten que fluya un comercio Haití- República Dominicana y no se generan ingresos ni una economía que pueda nutrir al país de trabajo para su gente.  

Articulo 13. Todas las personas tienen derecho a salir de su país.  

Cruzar la frontera es tarea ardua. El cruzarla o no, no tiene unos criterios claros.  Hay días que dejan pasar a cuentagotas, días que hay que dar algo para que te dejen pasar y días que la frontera está cerrada sin motivo aparente ni comunicación previa.  

Artículo 21. Todas las personas tienen derecho a  participar en el Gobierno de su país. 

Según la Constitución del país las elecciones son cada 4 años en noviembre.  Hay veces que no se cumple y lo peor de todo es que la gente está desesperanzada y  no confía que la política pueda cambiar su situación. Cada vez hay más candidatos que son más cantantes que candidatos con un proyecto politico.  Vota muy poca gente en el país y otra gran parte no tiene ni la tarjeta de identidad con lo cual no tienen el derecho de hacerlo.  

Artículo 23. Todas las personas tienen derecho a un trabajo. 

¿Trabajo?  El poco que hay es agrícola pero del otro lado de la frontera.  Donde haitianos van a cultivar plátano, yuca, patata y caña de azúcar.  Y vuelven a sus casas andando después de una jornada dura al sol y muy mal pagados.  

Otra salida laboral es la venta de (pp) ropa de segunda mano que viene donada desde cualquier punto de Europa y aquí genera un gran negocio para unos pocos.  

Y otro trabajo, si se puede llamar así, es la quema de árboles para generar carbón vegetal.  Trabajo mal pagado, duro y causante de muchos conflictos y enfermedades.  

Artículo 25. Maternidad y lactancia.  

La mayoría de muertes es materno infantil.  No hay ningún tipo de seguimiento durante el embarazo y el momento del parto va en manos de la suerte.  

No saben de cuantos meses estan,  si hay alguna complicacion, si son gemelos…  Las mujeres paren en sus casa y si hay complicaciones tiene que cruzar una frontera que a veces no abre y tienen que pasar por la montaña si les da tiempo.  

Hemorragias,  infecciones y malnutrición son grandes causantes de muerte,  muertes evitables al 100%.

Artículo 26. Derecho a la educación.  

El 95% de la educación es privada.  Aunque la vendan como pública siempre hay que pagar.el Estado paga tarde y mal a los maestros funcionarios (7 meses de retraso más o menos ).  Así que hay colegios públicos donde los padres pagan para pagar a maestros ya que no llegan los del Estado. 

En Anse-a-Pitre en los mejores casos va un niño por familia a la escuela y al terminar el Liceo si quieren estudiar en la Universidad tienen que pasar del lado dominicano.  

También hay muchas» Escuelas» No regladas.  Cada iglesia Evangelista tiene una escuela sin maestros cualificados (educadores o lideres de la comunidad) donde los niños y niñas pasan las mañanas pero no siguen ninguna ley educativa a nivel nacional.  Más bien es adoctrinamiento… 

Y así podríamos seguir analizando todos los artículos y ver que este país está olvidado por todos,  que vemos que no se cumplen los derechos humanos y miramos hacia otro lado.  

¿Dónde se quedó ese Lema de que Haití somos todos?  

Aunque parezca derrotista, en el mundo hay muchos Haiitis olvidados.  

Y para eso estamos aquí, para eso somos Karit y queremos denunciarlo con nuestros «gritos de paz».  

 

 

Día 5 de agosto.

Hoy ha sido un día muy largo y de mucho trabajo.  

En el centro de salud no paraba de entrar gente. Nuestras enfermeras iban a 100 por hora; pinchazos, vías, curas, más el trabajo en la farmacia.

En la farmacia ellas son las encargadas de vender los medicamentos y explicar cómo se tienen que tomar. Es alucinante verlas como en dos días chapurrean el kreyol (idioma de Haití) y hablan con los pacientes para indicar cómo tienen que hacer el tratamiento.

En la recepción del centro dando los turnos y registrando a la gente estaba Nieves esta mañana. Y ella también los recibia en kreoñol.

Estas chicas tienen una gran vitalidad y una sonrisa que ayuda mucho a que se mejoren los pacientes.

En el sector educativo hemos reestructurado un poco la planificación que habíamos hecho en España, pues en el centro nutricional donde se hace uno de los talleres en lugar de 50 alumnos/as tenemos 70. Y ha funcionado muy bien. Con juegos, actividades y canciones estamos enseñando español a los más peques.

El otro lugar donde hacemos talleres es en el refugio ( es un campo de desplazados, próximamente haremos un post para explicar cómo es la vida allí) hay unos 30 niños y niñas y les han gustado mucho las actividades hoy.

Por la tarde hemos dado clases de español a un grupo de jóvenes. Quieren aprender español para comunicarse con amigos, porque viven en una zona fronteriza y todo los productos son dominicanos y muchos quieren estudiar en la Universidad.

Son unos chicos /as muy trabajadores y simpaticos. En ellos se ve el cambio y la esperanza que Anse a pitre necesita.

Hoy ha sido mi cumpleaños, un año más celebrándolo por el mundo. Y un año más donde me dejo sorprender de como será el soplar las velas.

Me han cantado cumpleaños feliz en 4 idiomas, he soplado las velas en una tarta que tuvo un viaje «sorprendente» y una compañia magnífica con los voluntarios/as y las hermanas.

 

Gracias.

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Ojos abiertos, corazón generoso, espíritu inquieto…

Y, si acaso , boca cerrada. Estas magnificas palabras  de José Mª Rodríguez Olaizola, son fundamentales para comenzar este campo de trabajo y adentrarnos en la realidad.

Un año más tengo la gran suerte de realizar un campo de trabajo con Karit Solidarios por la paz.

Este año cambiamos de rumbo, los 9 voluntarios y voluntarias  vamos a ir a Haití con dos propuestas de actuación, una sanitaria y otra educativa.

Cada una de estas experiencias van forjando mi vida y me ayudan mucho a relativizar las cosas,  «a tomar conciencia de las realidades lejanas y descubrir que a pesar de todos los problemas, hay mucho que aprender mutuamente».

Nos encantaría que nos acompañaseis en este viaje, mirando a través de la ventana de vuestro ordenador y entrando a nuestro blog,  ya que iremos escribiendo nuestro día a día.

¡Hasta pronto!IMG_4569