Sus miradas, esas miradas que salían desde lo más hondo de su corazón y que se clavaban en lo más profundo del nuestro.
Sus sonrisas, esas sonrisas que conforme se dibujaban en sus rostros, se contagiaban en los nuestros.
Su realidad, esa realidad tan cruda e intensa que ha trasformado la manera en la que nosotros hoy por hoy comprendemos la nuestra.
Estuvimos, reímos, lloramos y compartimos cada segundo de nuestro tiempo. Vivimos mil historias y vimos mil rostros. Hoy nos quedan todas y cada una de las fotografías mentales que podíamos ir haciendo mientras que paseábamos por aquellos barrios. Nos separan ahora mismo 7133km pero gracias a esas fotos dentro de mis recuerdos, hoy tengo el poder de cerrar los ojos y con el corazón estar allí.
Pero, aunque ahora nuestro lugar es este, no por ello nos quedaremos quietos, es aquí y ahora donde debemos continuar con todo aquello que comenzamos allí. Ahora le ponemos nombre y rostro a cada acción, ahora nuestra lucha es más fuerte, tiene la fuerza haitiana.
En mi primera entrada dije que volaríamos alto, pero realmente hemos volado raso, muy raso. Hemos volado tan raso que durante un mes fuimos uno más de ellos… y ellos uno más de nosotros para SIEMPRE.