La vuelta

Lunes 26 de agosto.

Hace menos de un mes, los 9 voluntarios nos encontramos en la misma situación. Maleta, pasaporte y algunos nervios por subir al avión.

A pesar de enfrentarnos a una circunstancia similar, nosotros ya no somos los mismos.

Ahora nuestro equipaje va cargado de historias, experiencias, nombres y miradas pero sobre todo de amor por esa gente a la que hemos conocido y que ya forma parte de nosotros.

Volvemos a nuestra «burbuja» dónde sabemos que si nos enfermamos, en poco tiempo, tendremos acceso a un centro sanitario con recursos materiales y humanos, o dónde no tenemos que preocuparnos por si comeremos hoy. Todo ello, choca en nuestra cabeza, y además de recordamos lo afortunados que somos, nos hace plantearnos mil preguntas: ¿Por qué nosotros sí y ellos no?.

Volvemos contagiados de esa fuerza haitiana, que todos los días nos han demostrado, por seguir luchando y no conformándonos por lo que pasa en el mundo, ya que esto solo acaba de empezar.

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Equipo Haití

Llegamos hace una semana y tres días a Ansè-a-Pietre. Esta semana ha sido intensa, tanto a nivel profesional como personal. Hemos vivido situaciones que nos han dejado huella, nos han hecho viajar a los márgenes. Pero después de cada jornada, tenemos la suerte de formar equipo. Llegar a casa, sentarnos con nosotros mismos, con el resto de voluntarios y con las hermanas, y hacer todo esto nuestro.

Llega el fin de semana y podemos compartir más, hablar más, reorganizar la semana, hacer tareas de hogar y así crear más vínculo entre nosotros.

También podemos compartir momentos de fe con el resto del pueblo. Crear pequeños espacios llenos de significado, como ha ocurrido esta tarde en el refugio.

Recargamos pilas, nos echamos unas risas, paseamos por el pueblo, conocemos a su gente. Nos adentramos en Anse-à-Pitre. Seguimos planteándonos muchas preguntas.

Vamos a comenzar la semana, ¡vamos a dejar de cavilar y a…ANDAR!

Nuestros primeros pasos en Ansa-a-Pitre…

Hoy queremos compartir con vosotros un poquito de nuestros primeros días en Haití, en nuestro hogar durante este mes.

Son pocas imágenes pero como se suele decir, vale más una imagen que mil palabras.

Estamos felices, estamos emocionados y con muchas ganas de estar y compartir, con los de aquí y con los que a través de este blog estáis cerca de nosotros…

¡Seguiremos compartiendo nuestro día a día!

 

“Ojos bien abiertos y si acaso boca cerrada»

Suena el despertador, y nos dirigimos por fin a enfrentar nuestro primer día con ganas e ilusión, tenemos muchos proyectos por hacer y toca poner en práctica aquí todo lo que hemos preparado desde allí.

Somos nueve en el equipo y dividimos nuestro trabajo en tres grupos diferentes, dos educativos, en dos espacios distintos, uno en el centro nutricional y otro en el campo de refugiados; y un grupo sanitario.

Nos ponemos en marcha y los dos grupos educativos se dirigen a realizar talleres con niños y adolescentes, mientras que el grupo sanitario vamos al dispensario sanitario Santa Teresa de las Hermanas Carmelitas.

Rápidamente nos topamos con un choque de realidad, y el quiero “hacer, hacer, hacer…” se convierte en quiero CONOCER Y ENTENDER.

Una experiencia, nueve visiones diferentes y una misma reflexión… Queremos aportar nuestro granito de arena, pero esto pierde su sentido si no hacemos un alto en el camino para abrazar desde dentro la comunidad.

Llegada a Anse-à-Pitre

Jueves 1 Agosto

Del “primer mundo” de Madrid al “primer mundo” de Santo domingo. Dos mundos tan diferentes que se entiende que estén separados por un mar tan grande.

Un grupo de 9 “turistas” que pasan el día en una nueva ciudad, visitan el centro y sacan unas fotos. El único detalle que llama más la atención son las muchas conversaciones con las hermanas, intentando descubrir qué nos iba a deparar, qué íbamos a ver.

Y casi sin darnos cuenta llega el día. Un camino lleno de mariposas, de música, de risas, de parar a tomar un café, de comer un bocata y algunas galletas. Un camino hacia la miseria. De ser turistas en el primer mundo, a ser turistas en la frontera de Pedernales. No me hubiera imaginado nunca que una cadena y cuatro hombres uniformados nos causasen tanto incertidumbre como esta vez. Y el problema no eran los pasaportes, ni los trámites, ni las “guaguas”, ni las maletas. No había problema, solo querían dinero.

Ahora, un grupo de 9 misioneros, 9 voluntarios, que pasan del asfalto a la tierra, de los edificios a las chabolas, de la electricidad a desenchufar la nevera por la noche, del agua corriente a los canales.

Y casi sin darnos cuenta llegan las preguntas. ¿Por qué hay tanta gente en la calle? ¿Dónde viven? ¿Qué comen? ¿De dónde sacan el agua potable? ¿Por qué hay tantos niños? ¿Estudian? ¿Cómo se ganan la vida?

Y puede que la respuesta sea sencilla. Esta es su vida. Vender cosas en el mercado dominicano es su vida. Trapichear es su vida. Con suerte, comer una vez al día es su vida. Bañarse con el agua del canal es su vida, la misma agua que también se la quita poco a poco.

Aún así hay esperanzas. Nos quedamos con el corazón en un puño al ver este mundo, pero vimos luz en las caras del grupo de niños que nos esperaban. Una emoción que ha hecho crecer aún más la ganas.