Hambre

Según la ONGd «Acción contra el hambre» la palabra “hambre” se refiere al estado general de carencia de alimentos e inseguridad ali­mentaria que afecta a todos los grupos de población. La desnutrición es el resultado fisiológico del hambre y/o la enfermedad y se manifiesta en un amplio déficit de macro y micro nutrientes.
Me pregunto cuantos de nosotros hemos sentido alguna vez la sensación de tener hambre. Tal vez, la confundimos con ganas de comer. Hemos «adoptado» esa palabra en nuestro «primer mundo» dándole significados que difieren mucho de la realidad. La palabra hambre es sinónimo de desesperación, de lágrimas, de enfados…de dolor…

En Ansa-a-Pitre, sus vecinos se levantan cada día con un objetivo principal, encontrar la comida necesaria para ese día. Las familias (de 8-12 miembros) luchan cada vez que sale el sol para traer algo de comer a casa, el trabajo escasea, la comida es poca y muchas las bocas que alimentar.
Hemos vivido situaciones inimaginables, siendo testigos de la lucha para conseguir comida. Hemos mirado a los ojos a los niños/as que comen una sola vez al día y son miradas que nos estremecen por dentro, nos encogen el alma…
El hambre es amargo en Pakadoc (campo de refugiados) donde el calor es el dueño del terreno, donde las telas unidas improvisan hogares entre la tierra, los animales y la nada más absoluta, y aquí el hambre arrasa como un huracán. Sin piedad azota a los más débiles e indefensos, un hambre que llega hasta el final… Podemos reflexionar mucho sobre por qué pasa esto hoy en día, sobre por qué las Naciones Unidas no hacen nada para remediarlo, podemos enfadarnos y hacer que nuestros gritos nos dejen sin voz, pero el hambre no terminará… Tal vez debamos reflexionar, pensar cómo nos alimentamos en nuestros países, pensar en cuánta comida tiramos, en cuánta comida de verdad necesitamos… Tal vez el cambio venga desde nuestras vidas. Actualicemos nuestro diccionario, aprendamos que el hambre es real, que el hambre existe, que mata personas, que mata niños… Entonces quizás algún día podamos soñar que con poco podamos comer todos.

Sonrisas

Las sonrisas son algo contagioso, capaces de comunicar, de romper las barreras del lenguaje, de hablar desde el corazón, en el día de hoy hemos experimentado muchas de esas sonrisas, sonrisas de niños que la pasean por las calles de Ansa-A-Pitre o el campo de refugiados, una herramienta en busca de un cariño ausente, sonrisas que dan las gracias cuando tratas a una persona enferma dedicándole todo tu tiempo, o ayudas con charlas y talleres, te interesas por ellas y recuerdan tú nombre aunque ni siquiera te conozcan, sonrisas al escuchar el testimonio de personas que dan la vida por los demás, porque descubres lo que es amar hasta las «entrañas».
Sonrisas de complicidad, entre los 9 voluntarios que mirándonos cada noche no dejamos de buscar la palabra esperanza en unas calles rodeadas de miradas pérdidas y miles de preguntas…

Mañana será un nuevo día en Ansa-a-Pitre… probaremos a seguir sonriendo.

Aprender

Es necesario hacerme ciertas preguntas ¿Qué puedo hacer en Haití a lo largo de un mes? ¿Cómo puedo ayudar? ¿Será suficiente? 

Soy Héctor Vidal, Voluntario Internacional y miembro de la delegación de Karit en Elda, en apenas poco más de una semana viajaré a Haití, y son muchas las preguntas que que me hago, muchas las dudas que siento.

He vuelto a releer el texto de Olaizola, Viajar a los márgenes para volver al centro y creo que la respuesta a esas preguntas se pueden responder con muchas reflexiones, yo me quedo con esta:

«El viaje, para que eche raíces, necesita corazón y cabeza´´

Creo que este viaje me tiene que servir para aprender, para hacerme sentir y dejarme pensar, para romper la burbuja de nuevo y que sea motor de solidaridad en mi rutina mas allá de este verano. 

No viajamos a Haití ,viajamos hacia nuestro corazón, y este es un viaje que no termina en Agosto…