Siempre hay esperanza

Día 9.

Y como de rutina, hoy también nos separamos en tres grupos, pero esta vez todos tenemos un nexo de unión, esa familia que conocimos ayer, esa abuela con sus tres nietos.

Los que se van al campo de refugiados van en su búsqueda, las enfermeras esperan a ese bebé para continuar cuidándolo y curándolo y los que nos quedamos en el centro nutricional estamos a la espera de ver llegar a la hermana Niurka con la familia para quedarnos tranquilos sabiendo que todo está bien.

Pero la hermana vuelve sola, la señora dice que bajará en motor, el medio de transporte más usado en Ansa-a-Pitre por no decir el único. Esa mujer bajará del refugio con sus tres nietos en una moto.

Al final llegan pero el bebé no está mejor, la desnutrición es muy fuerte, nuestras enfermeras son unas guerreras pero hasta la médica dice que no pueden hacer más. Toca cruzar la frontera, hoy es viernes y es día de mercado, todo en la frontera es un caos. Pero no queda otra, la señora vuelve a subir con su nieto de 7 meses en otra moto en dirección para el hospital de Pedernales. Nosotros nos quedamos con los nietos de 4 y 6 años pensando como podemos volver a juntar a esa familia.

Llevamos una semana y media y ya nos hemos dado cuenta de que hay veces que las cosas pasan porque tienen que pasar. Ayer conocimos a esa familia y hoy ese bebé ya ha sido hospitalizado y confiamos en que se recupere, los otros dos nietos ya están en casa y nosotros seguiremos pendientes de ellos.

Nadie nos dijo que esto iba a ser fácil. Pero lo que todos queremos es que la vida no nos haga indiferentes al dolor, pero que ese dolor no haga imposible que continuemos nuestra misión.

Siempre hay esperanza.

2 comentarios en “Siempre hay esperanza

  1. Santi dijo:

    Ánimo chic@s!!!! Qué importante vuestra presencia allí, donde los pobres, en el peor de los casos, mueren solos. No sólo llenáis aquellos lugares de esperanza, de acompañamiento, de cariño… si no que, al igual que la madre Teresa de Calcuta, acompañáis estas situaciones tan graves hasta el final y seguro que es mucho más reconfortante para las familias pasar por esto sintiendo que hay quien piensa en ellos cada día, quien los visita, quien los acompaña, quien supervisa a sus nietos mientras el pequeño está hospitalizado… Vosotros le devolvéis la «dignidad» a estas personas, aquella que les corresponde por el hecho de «ser » pero que algunos gobiernos se empeñan en arrebatarles.
    Rezaremos desde aquí para que el poder de la oración os reconforte en vuestra tarea.

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  2. David dijo:

    La indiferencia es contraria al compromiso y la solidaridad. El que no es indiferente ve, se para, se acerca, se agacha, sirve, cuida, acompaña, ‘se juega la vida’… Me ha gustado leer ese no a la indiferencia que es lo que da la posibilidad al compromiso, a buscar una solución, a sentir, a llorar, a mirar y servir al otro, a dejar atrás el yo para pensar en un ellos con nombre y apellidos que nos acerca a una realidad que hay que cambiar. Adelante, mucha fuerza y abrid las puertas a aquellos, que olvidados por tantos, se acercan a vosotros para recibir un mensaje de esperanza, una palabra de consuelo, una pequeña propuesta de futuro… quizá no esté en vuestras manos la solución pero si que está la compañía de ese dolor y dificultad… esta es parte de la misión.

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